Le interesa ante todo el ser humano, y es capaz de profundizar tanto en sus vericuetos psíquicos como en las más variadas soluciones formales. Utiliza un modelo de hombre fuerte, recio, de complexión musculosa, forzada hasta los más insospechados límites. Hombre activo, inquieto, sometido a pruebas que debe superar, que salta, escala, corre, lucha o se balancea, en un continuo juego de equilibrios. Posee Fernando Suárez una inusual maestría para captar la euritmia, el gesto, el instante preciso y congelar una imagen al tiempo que estudia su potencial dinámico. Es el suyo un hombre orgánico, pero cuyos músculos están configurados con láminas y varillas de metal, y por ello es también un ser híbrido, un hombre máquina, a menudo inmerso en sugerentes ámbitos futuristas.
Pero además estudia al individuo como creador, como inventor de vehículos y artilugios o como ser que transforma su entorno. Surgen así puentes, arquitecturas y edificios singulares, desde exóticos palafitos que evocan ambientes lejanos a bloques de pisos en construcción o destruidos por el fuego, aglomeraciones urbanas o el irónico caos circulatorio mostrado en un círculo absurdo y sin fin. Toda una vertiente constructiva y estructural, a veces muy compleja, que le permite explorar nuevas y ricas posibilidades plásticas.
Moisés Bazán de Huerta - Universidad de Extremadura
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